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Decantando el pasado, sirviendo el presente

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Hay vinos que nacen para ser abiertos de inmediato, y hay otros que esperan pacientemente su momento. Algunos llegan a la mesa con fuerza, con todo por delante, y otros… necesitan un poco de tiempo, de oxígeno, de espacio.


Yo estoy justo ahí. En ese momento en el que el vino ya fue descorchado, pero todavía necesita respirar.


Acabo de cerrar un ciclo que marcó profundamente mi camino. Fue mucho más que un trabajo: fue un espacio donde puse el alma, crecí, aprendí y construí vínculos que me llevo conmigo. Hoy, con gratitud por lo vivido, me toca abrir una nueva etapa. Como se abre un buen vino: sin prisa, con respeto, y con fe en todo lo que viene.


La historia que me inspira: El vino que se salvó del olvido

Quiero contarte una historia real que me marcó hace años, y que hoy cobra nuevo sentido.


En el siglo XIX, Europa enfrentó una de las crisis más grandes en la historia del vino: la filoxera. Una plaga devastadora que destruyó casi todos los viñedos del continente. Fue, literalmente, el fin de una era. Miles de bodegas cerraron. El vino europeo estuvo al borde de la extinción.


Pero en medio del desastre, algunos viticultores decidieron no rendirse. Buscaron soluciones, se equivocaron, volvieron a empezar. Y fue así como descubrieron que las raíces de la vid americana eran inmunes al parásito. Entonces, comenzaron a injertar las vides europeas sobre raíces americanas. Un injerto. Una mezcla de orígenes. Una forma de decir: “no morimos, nos reinventamos”.


Gracias a eso, hoy seguimos brindando con vinos franceses, italianos, españoles… vinos que renacieron desde el fondo. Que aprendieron a respirar de nuevo.


Y yo pienso: si una planta pudo hacerlo, ¿por qué no nosotros?


El acto de decantar

Decantar un vino no es solo un capricho. Es un acto de cuidado. Es darle tiempo para soltar lo que ya no le sirve —los sedimentos, lo turbio— y permitir que se exprese en su mejor versión. Que revele lo que lleva guardado.


Empezar de nuevo es eso. Es soltar el sedimento emocional. Es reconocer lo que ya no nos suma. Es permitirnos respirar. Yo no quiero correr hacia lo próximo solo por llenar el vacío. Prefiero decantarme. Y cuando el momento llegue, servirme con dignidad. Con todo lo que aprendí. Con todo lo que soy. Con todo lo que aún puedo ser.


Hoy, mi copa está medio llena

Sí, se terminó un ciclo. Cerró una etapa que fue intensa y hermosa. Pero como en el vino, el final de una botella no significa el final de la experiencia. A veces, lo mejor viene en la última copa. Y otras veces… hay que abrir una nueva


Les dejo un par de preguntas para reflexionar (y brindar)

¿Qué parte de tu vida necesita ser decantada?

¿Qué sedimentos emocionales estás listo para dejar atrás?

¿Qué te gustaría servirte hoy, simbólicamente, en una copa nueva?


Los leo en los comentarios.


Brindemos por los nuevos comienzos. Porque el pasado nos da cuerpo, pero el presente… nos da sabor. #ViernesDeVino

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Marketing, vinos y poesía que inspiran, enseñan y transforman

En este espacio comparto lo que me mueve:

  • Estrategias de marketing reales para emprendedores y empresas.

  • Historias del vino que conectan con la vida y las relaciones.

  • Palabras, libros y poemas que dejan huella.

Un blog donde negocio y cultura se encuentran, y cada publicación es una invitación a ver el mundo desde otra perspectiva.

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