No todo vino va con queso (y te explico por qué)
- Gaston Padilla
- 24 oct
- 2 Min. de lectura

Nos enseñaron que vino y queso van juntos. Que son el matrimonio perfecto. Pero, como en toda relación, no todas las parejas funcionan igual.
A veces el vino aplasta al queso, otras el queso apaga al vino. Y la experiencia que prometía ser celestial… se vuelve confusa.
¿De dónde viene el mito?
En Europa, los vinos y quesos se servían juntos por cercanía, no por ciencia. Un vino francés iba bien con un queso francés porque nacían del mismo terroir — el mismo clima, suelo y cultura. Pero al traer esa costumbre a otros países, mezclamos sin entender las reglas básicas de equilibrio.
Lo esencial del maridaje: equilibrio
Cada queso tiene grasa, sal y textura. Cada vino tiene acidez, cuerpo y taninos. Cuando uno domina, el otro desaparece. La clave está en complementar, no competir.
Cómo acertar (y no morir en el intento)
Quesos suaves → vinos frescos
Si tu queso es quesillo, mozarella o queso crema, no lo mates con un tinto pesado.
Probá Sauvignon Blanc, Pinot Grigio o un espumoso Brut. La acidez limpia la grasa y resalta su sabor ligero.
Quesos medios → vinos jóvenes
Para quesos como Gouda o Edam, que son mantecosos pero no intensos, funcionarán vinos tintos frutales. Merlot, Pinot Noir o un Tempranillo joven.
Nada de taninos duros: el vino debe acompañar, no dominar.
Quesos curados → vinos con cuerpo
Si elegís cheddar añejo, pecorino o parmesano, necesitás un vino con presencia.
Cabernet Sauvignon, Syrah o Malbec.
Los taninos equilibran la grasa y realzan el umami.
Quesos salados → vinos dulces o suaves
El pecorino o azul fuerte se llevan de maravilla con algo de dulzor.
Probá un vino dulce natural, un Oporto o incluso un rosado con azúcar residual.
La sal potencia los sabores y el dulzor los equilibra.
Guía rápida: elige tu pareja ideal

Tres maridajes fáciles para practicar en casa
Quesillo + Sauvignon Blanc: refrescante, ligero y perfecto para una tarde calurosa.
Gouda + Merlot: equilibrio entre dulzor, grasa y cuerpo medio.
Cheddar añejo + Syrah: potente, ideal para quienes disfrutan vinos estructurados.
La regla de oro
Si el queso es fuerte, el vino debe tener carácter. Si el queso es suave, el vino debe ser ligero. Y si no sabés por dónde empezar… un vino espumoso suele llevarse bien con casi todos.
El maridaje no se memoriza, se experimenta. No hay errores, solo descubrimientos. Así que la próxima vez que armes tu tabla, probá algo distinto. Combiná un queso local con una uva que nunca hayas probado.
Porque el vino no solo se bebe… se aprende.
Preguntas para vos:
¿Cuál de estos maridajes probarías hoy?
¿Qué vino hondureño o latino te ha sorprendido con un queso local?
¿Y qué combinación jamás repetirías?
Dejámelo en los comentarios o compartilo con quien te acompaña a brindar. Nos leemos en el próximo #ViernesDeVino








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